Amistades en el instituto

Me quedé con una cara bastante extraña. ¡ESTABA LOCA! Me daba miedo.

— Profesor... me encuentro... marea...

Y me desplomé en el suelo.

Antes de que cayera lo sugeté con mis brazos.
- Yo lo llevaré no se preocupe...- antes de que me digera nada ya estaba fuera de la clase y llegando a la enfermería... ¿Qué le poasaba? ¿Por que me sentía tan preocupada por él?
La infermera me dijo que solo se había mareado... pero que estaria insconsciente durante un rato...
- Me quedo.
él al cavo de vastante rato abrió los ojos.
- ¿Cómo te encuentras?

— Bastante mejor.

- me alegro.- y le sonreí.

— Qué sosa que es —Alcé la mirada— ¿Crees en los seres mitologicos?

- Ajá. ¿Y tú?- ¿Cómo le iba a decir que no creía en los seres mitologicos si formaba parte de su família?

— Ni creo ni dejo de creer. Me son igual —Reí.

Me junté a su risa para disimular mi pánico.
- Hablame un poco de tí, me gustaría saber algo de tí por tus propias palabras...

— ¿Mis propias palabras? —Arqueé una ceja— ¿Acaso alguien te ha hablado de mí?

- Esto..., algo parecido... No es que hable mucho con la gente... todo el mundo piensa que soy rara solo por ser nueva... sin conocerme ni nada... no puedes juzgar a alguien solo por lo exterior o por lo que te dicen.

— Qué raro... pensaba que nadie te había hablado aparte de yo —Suspiré— En fin. Me llamo Edward y nosé...

- Me llamo Nana. Encantada de conocerte por segunda vez.

— Nana. —Sonreí— Como una canción, una nana.

- Dime ¿Tocas algún instrumento musical?

— Cuando era pequeño, mi padre me enseñaba a tocar el piano y mi madre me enseñaba a tocar el arpa. —Susurré.

- ¿Quieres hablar de ellos?

— No, cambiemos de tema.

- Como quieras. Sabes quería puntarme al grupo de música pero me han dicho que no hacen muchas actuaciones... ¿Sabes de algún sitio donde puedas cantar a gusto?

— Aquí, en la escuela.... —Asintió— Esto...

El grupo que llevaba Zafiro...

- Da igual. Ya cantaré para mis adentros. O en mi casa... Allí nadie se podrá quejar que desafino...- y le sonreí picaramente.

— Si quieres que te pida que me cantes, lo has conseguido.

Empecé a tararear la nana que me cantaba siempre mi madre cuando estaba viva para que me durmiera. Al principio pasé vergüenza pero al final canté sin problema.
La canción terminó y quería saber que le parecía por sus propias palabras.
- ¿Te gusta la canción?

— Es muy bonita, parece una nana... —Sonreí.

Se parecía mucho a la nana que había compuesto para Zafiro.

- Mi madre me la cantaba cada noche antes de... bueno me trae buenos recuerdo.- Le sonreí.- No la comparto con mucha gente la verdad... bueno no es que tengo muchos amigos... vale a lo mejor tengo 2 sin contsarte.- ÉL me miro sorprendido.

— OH vaya —Susurré— Es que yo no tengo ninguno.